C'est donc la balle la plus rare du monde qui apparaît muerta en Nouvelle-Zélande

Un nuevo descubrimiento realizado por las autoridades de Nueva Zelanda en una playa del sudeste del país ha dejado muy sorprendida a toda la comunidad científica internacional. Se trata del hallazgo del cuerpo casi intacto de una ballena picuda de Bahamonde de cinco metros de longitud, una especie nunca vista con vida que presenta muchas incógnitas sobre su comportamiento.

El Departamento de Conservación de Nueva Zelanda ha emitido un comunicado en el que explican que fue el pasado 4 de julio cuando fueron alertados del descubrimiento de este animal en la playa de Otago (Isla Sur, Nueva Zelanda). Aunque no se conoce con total seguridad si se trata, efectivamente, de este ejemplar, los expertos aseguran que cumple todas las características. Aun así, se encuentran a la espera de conocer los resultados del análisis de ADN llevado a cabo por la Universidad de Auckland (Isla Norte, Nueva Zelanda) para confirmarlo.

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El cetáceo más desconocido de la Tierra

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Este tipo de ballenas -las picudas de Bahamonde, conocidas también como zifios de Travers o mesoplones de Bahamonde- se caracterizan por tener hocicos alargados y dientes de importantes dimensiones y de forma parecida a la de los delfines. El origen de su nombre se debe al biólogo marino chileno Nibaldo Bahamonde y al naturalista neozelandés Henry Hammersley Travers, en honor a sus respectivos trabajos.

A diferencia de las ballenas jorobadas y las francas australes, de las que se puede disfrutar durante casi todo el año en Nueva Zelanda, las ballenas picudas viven en aguas muy profundas y se alimentan a base de calamares y otro tipo de animales marinos.

Gabe Davies, jefe de operaciones del Departamento de Conservación en Otago, ha explicado en el comunicado emitido que « son una de las especies de grandes mamíferos menos conocidas de la era moderna ». De hecho, jamás se ha avistado una con vida.

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Precedentes a lo largo de la historia

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Anteriormente a este nuevo hallazgo existen algunos precedentes similares. Desde el siglo XIX, tan solo se han documentado seis ejemplares en todo el mundo y todos, excepto uno, han sido en Nueva Zelanda. La primera vez que se habló y describió sobre esta especie fue en 1874. Dos años antes se encontraron una mandíbula inferior y dos dientes en las islas Chatham, al sur de Nueva Zelanda. Más adelante, en 1986 se descubrieron restos de esqueleto de esta especie en la isla Robinson Crusoe (Chile).

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Durante muchos años, la comunidad científica solo contaba con restos de cráneos y esqueletos de las ballenas de Bahamonde. Sin embargo, en 2010, esto cambió con el primer hallazgo de un espécimen muerto y casi intacto en Nueva Zelanda. Lo mismo ocurrió en 2017. Y ha sido ahora cuando se ha conseguido un nuevo descubrimiento que servirá para continuar la investigación y entender mejor a este misterioso cetáceo.