Un nuevo estudio, en el que han intervenido científicos españoles, confirma la escasa capacidad de adaptación de los corales del Mediterráneo al calentamiento que está sufriendo este mar como consecuencia del cambio climático. Como consecuencia de ello, se espera un derrumbe generalizado de sus poblaciones y, también, de las especies que dependen de dichos corales.
Una investigación de la Universidad de Oporto, en Portugal, en colaboración con el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona, ha puesto de manifiesto que los corales mediterráneos y las demás comunidades biológicas que dependen de ellos pueden quedar dañados de forma permanente y no solo temporal, debido a las olas de calor marinas.
Este tipo de fenómenos de calentamiento extremo del mar se han vuelto cada vez más frecuentes en el Mediterráneo, con temperaturas superficiales que rondan los 30ºC.
El estudio, publicado en Global Change Biology, reprodujo los efectos de estas olas de calor marinas en laboratorio, al objeto de comprobar cómo afectan a la especie de gorgonia roja Paramuricea clavata y ver cómo ésta responde a esta situación.
El objetivo era tratar de entender cómo varía su respuesta al estrés térmico repetitivo, así como los factores que más influyen en esta variabilidad. Según los dos autores, Ledoux y Joaquim Garrabou, del Institut de Ciències del Mar, « nuestro estudio combinó experimentos en acuarios repetidos durante tres años y realizados con las mismas colonias para replicar el efecto de la recurrencia de fenómenos meteorológicos extremos en el mar ».
Resultados desgarradores
Los investigadores midieron el porcentaje de necrosis en las muestras de gorgonia sometidas a esta condición de estrés térmico. Mientras que en 2015 y 2016 los porcentajes de necrosis fueron inferiores al 60%, en 2017 se produjo un aumento significativo de la mortalidad, al desaparecer casi todas las colonias.
Esta especie, creadora de hábitat, se enfrentará a un colapso poblacional inevitable, según los científicos
« Como se utilizaron los mismos individuos de tres poblaciones y exactamente las mismas condiciones experimentales de estrés durante los tres ensayos, podemos concluir que el componente ambiental, es decir, las temperaturas del mar durante el verano, fue el principal factor subyacente a las respuestas de estas colonias », explica Sandra Ramírez-Calero, doctoranda de la Universidad de Barcelona y primera autora del estudio.
Los resultados muestran que las respuestas ecológicas, es decir, la resistencia al estrés térmico, no están relacionadas con la composición genética de la población, y que todos los individuos tienen una alta sensibilidad ambiental, con poca capacidad de adaptación. Estos resultados experimentales concuerdan con el seguimiento de esta especie que se hizo en el mar después de las dos olas de calor marinas de 2018 y 2022.
« Colapso poblacional inevitable »
Esto lleva a la conclusión de que las poblaciones de P. clavata tienen capacidades de adaptación muy limitadas a los eventos climáticos extremos y recurrentes, en particular las olas de calor marinas. « Tanto los experimentos como los estudios de campo realizados respaldan un potencial de adaptabilidad limitado, tanto basado en el componente genético como en el componente plástico », dice Ledoux.
Esta respuesta adaptativa baja o inexistente, combinada con una alta sensibilidad ambiental y una posible intensificación de los eventos de olas de calor marinas, “nos lleva a pensar que esta especie creadora de hábitat probablemente se enfrentará a un colapso poblacional inevitable en las aguas poco profundas del Mediterráneo”, señalan los científicos.
« Dada la recurrencia de fenómenos meteorológicos extremos, nuestros resultados apuntan a un posible colapso de muchas de las poblaciones de P. clavata de aguas someras », explica Garrabou, coautor del artículo. « Desafortunadamente, este estudio es un ejemplo más del escaso potencial de adaptación de los corales mediterráneos a las olas de calor marinas vinculadas al cambio climático antropogénico », subraya Ledoux.
No solo los corales
Los efectos pueden ser devastadores, porque van más allá. Y es que los corales, al igual que las esponjas, son especies que forman hábitats. Como los árboles de un bosque, proporcionan refugio a un número considerable de otras especies y son la base de estos hábitats.
Las olas de calor marinas provocarán cambios en la distribución de estas especies, que no podrán ocupar entornos con temperaturas superiores a las que pueden soportar. El colapso de esta especie de gorgonia, por tanto, provocará un cambio profundo en los ecosistemas en los que dejará de existir, con una disminución drástica de la biodiversidad asociada y fallos en las funciones y servicios ecosistémicos.
Sin embargo, los investigadores no abandonan la lucha por la conservación. « Debemos trabajar sobre las causas del cambio climático antropogénico, lo que implica una acción inmediata sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, si queremos proteger a estas especies y a sus comunidades asociadas », explica Ledoux.
Estudio de referencia: /esDOI: 10.1111/gcb.17587
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