Las luciérnagas son uno de los animales más curiosos que viven en la Tierra: producen luz en su cuerpo. Se trata de insectos parecidos a un escarabajo que tienen la facultad de la bioluminiscencia, algo muy infrecuente en la naturaleza. Y, sin embargo, estas entrañables criaturas están desapareciendo a un ritmo acelerado. Nuestra generación podría ser la última en ver estos animales luminosos.
Existen más de 2.000 especies de luciérnaga en el planeta, agrupadas en la familia Lampyridae. ¿Cómo generan su luz? En su abdomen tiene lugar una reacción química entre varios compuestos (luciferina, luciferasa, oxígeno y ATP) que produce una luz fría, sin calor, y cuyo objetivo fundamental es atraer pareja.
Hay Un Gran Número de Especies Diferentes de Luciérnaga / Agencias
Cada una de las especies tiene su propia luz, diferente a las demás. Sirve como lenguaje visual que permite a machos y hembras reconocerse y encontrase en la oscuridad. Los machos (que son mucho mayores que las hembras) patrullan en busca de pareja con un vuelo característico mientras emiten secuencias de destellos de luz característicos de cada especie. Las hembras de la misma especie responden con destellos específicos y así se produce el apareamiento.
Contaminación lumínica, su gran enemigo
Una de las principales causas que provocan la desaparición de las luciérnagas es la contaminación lumínica. El exceso de luz artificial que caracteriza a la sociedad actual, empeñada en deslumbrar más que en alumbrar, está desorientando a las luciérnagas. Simplemente, ya no pueden verse entre ellas, se arruina el apareamiento y bajan las poblaciones, según un estudio publicado en la revista Bioscience.
Pero esta no es la única causa. También lo es el avance de la alteración y artificialización de sus hábitats. Los responsables de ello son la urbanización, la deforestación, la agricultura industrial y otras actuaciones humanas que transforman la naturaleza. Muchas de las especies de luciérnaga precisan de ambientes húmedos, con vegetación natural y suelos bien conservados, con materia orgánica, pero todo ello está desapareciendo.
El empleo masivo de pesticidas también contribuye a su desaparición. Los plaguicidas que se usan para terminar con los insectos que destruyen los cultivos no distinguen entre buenos y malos, y también acaban con las luciérnagas y otros animales beneficiosos.
Un enjambre de luciérnagas revoloteAldo en un bosque / Agencias
El cambio climático es otro de los factores que van en su contra, ya que altera el ciclo de vida de estos animales, basado en su sincronización con los ciclos climáticos, que a su vez están cambiando.
Las luciérnagas son, aparte de su aspecto estético e incluso romántico, animales necesarios para el medio ambiente. Ello es así, entre otras cosas, porque se alimentan de otros insectos, ayudando al control de plagas. Asimismo, son indicadores ecológicos, es decir, allí donde hay luciérnagas hay ecosistemas sanos y bien conservados, sin contaminación y con aguas limpias.